Nadar a contracorriente
- Sara Martín-Maestro Zamora
- 19 may
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 20 may
El lugar de las mujeres en la literatura
Con el paso del tiempo, la representación femenina en la literatura ha evolucionado
considerablemente, desde personajes de mujeres pasivas y dependientes a mujeres
empoderadas, con ganas de decidir su propio futuro, y poseedoras de un inmenso mundo interior. Si
pudiésemos hablar de un personaje que verdaderamente rompe con todo lo demás en
nuestra obra sin duda sería el personaje de la sueca. A ella no le importa lo que opinen
los demás, se baña en el mar sin ningún pudor, ajena a los ojos que la observan y
juzgan. Segura de sí misma, rompe los esquemas de los demás huéspedes del hall.
Como ella, hoy os traemos algunos personajes femeninos que fueron a contracorriente
con valentía y coraje.
Elizabeth Bennet, en Orgullo y prejuicio (1813), de Jane Austen, se resiste a casarse
sin amor, aunque eso sea lo que los demás consideran “normal” y conveniente. Igual le
pasa a Jane, en Jane Eyre (1847), obra de Charlotte Brontë. Se enfrenta al patriarcado y
a las normas que limitan a las mujeres. Tampoco olvidamos a Jo March, de Mujercitas
(1868), escrita por Louisa May Alcott, con ansias de autonomía e independencia. Ellas,
al igual que la sueca, no aceptan el lugar en el mundo que otros le han asignado.
Ana Ozores, protagonista de La regenta (1884), de Leopoldo Alas «Clarín», es el claro
ejemplo de todas aquellas mujeres que querían otra vida totalmente diferente a la que
tenían y no las dejaron. En Fortunata y Jacinta (1887), de Benito Pérez Galdós,
Fortunata huye del papel de esposa burguesa y se impone al final junto a Jacinta sobre
el hombre que quiere manipularlas a su costa, llamado Juanito.
Por otro lado, Andrea, la protagonista de Nada (1945), de Carmen Laforet, es una
joven huérfana que se traslada a Barcelona para estudiar en la universidad. A lo largo de
la novela, se enfrenta a la dura realidad de la posguerra española y lucha por encontrar
su lugar en el mundo, a pesar de sentirse muchas veces perdida.
Estas mujeres tendieron la mano a muchas otras en la vida real, porque en la literatura
todo se puede soñar, imaginar, vivir… y, como muchas otras, ellas lucharon
enormemente para que todo lo ficticio se convirtiera más tarde en realidad para otras
mujeres. Fueron a por todo sin importar lo que perdían, porque… ¿qué se puede perder
cuando nunca se ha tenido nada?
Gracias por compartir Sara! Cuestionar lo establecido no siempre es cómodo, pero puede ser un acto de liberación y abre nuevos caminos.