Enséñame tu pasaporte y te diré cuánto privilegio tienes
- Belén González Fernández
- hace 6 días
- 2 Min. de lectura
Una coreografía de poder colonial.
En «Las inquietudes del hall», Alonso Quesada nos abre algunas puertas y muchas ventanas a un hotel inglés en Canarias. Como es de esperar, el hotel está ocupado principalmente por huéspedes ingleses, pero esta no es la única nacionalidad que encontramos en los pasaportes de los personajes.
La primera disonancia la vivimos a través de un recién llegado Jorge Brown, que descubre que la joven que ha llamado su atención, es, como él, irlandesa. Esta agradable coincidencia es la primera conexión de la pareja, y también el primer elemento disruptivo que irá minando la salud del hall de forma paralela a la de Jorge y Oliva.
Sin embargo, el punto de inflexión viene de la mano de otro personaje: la sueca, de quien no se conoce su nombre, tan solo su nacionalidad, su rasgo distintivo, aquello que la distancia de los ingleses del hotel y que provoca su enjuiciamiento. La sueca contrasta con el decoro inglés desde el momento en el que muestra su cuerpo en bañador y se zambulle en el mar con un arrojo que rompe con la rigidez y la discreción que caracterizan a la sociedad victoriana. La transgresión es aún mayor cuando su pasión la lleva a robarle un beso a un dandi italiano —por supuesto, tenía que ser italiano— en medio del hall. Este evento deja en shock a toda la comunidad y, por unas páginas, el hall se vacía y parece estar marcado por la muerte:
Los criados recogieron apresurados los muebles, corrieron las cortinas, cerraron las puertas de cristales como para librar al hall de esa corriente de aire maligno que debe ser un beso extemporáneo en el hall.
El gramófono acabó solo su one-step y persistió largo tiempo recalcando su estertor abandonado.
El hall se quedó solo; solo como un niño huérfano. En los pasillos murmuraban las voces del hall, como los parientes que han soñado con heredar el hall y descubren al fin que el hall dejó su fortuna para mandarlas piadosas. Mister Harrison quería buscar una razonable teoría. Aquello era tan desusado que no se alcanzaba ni a pensarlo siquiera.
El doctor Cross aseguró que aquella noche del hall y el Macbeth de Shakespeare eran las dos cosas más violentas que se habían producido en Inglaterra.
Lo que cabría encontrar en un hotel en Canarias, es, además, a canarios. Y, salvo alguna fugaz excepción —descritos como ruidosos y molestos—, en la obra no se aprecian personajes españoles, ni tampoco se visibiliza la cultura local. De esta forma, Quesada utiliza las nacionalidades para mostrar las tensiones de una Canarias colonizada culturalmente, donde lo local parece siempre estar a la sombra de lo foráneo.

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